Hace unos días estuve con mis peques en el TEDx Kids que organizó TEDxCibeles, aprovecho para darles mi enhorabuena y agradecer el trabajo que hacen. Para Paula, la más pequeña de mis dos hijas, la recta final se le hizo un poco dura para sus cinco añitos, pero volvió muy contenta a casa con su nueva lámpara; era la primera vez que pensaba y construía un objeto ella «sola» luchando a brazo partido contra su timidez. También su hermana Daniela, de 9 años, disfrutó adentrándose en nuevos mundos creativos para ella: robótica, diseño, baile… Llegó a casa deseando repetir ese capítulo de su vida, algo que a mí, como padre, me resulta inspirador.

Por si lo anterior no fuera suficiente para estar todos contentos, además pudimos asistir a charlas con unos speakers que parecían extraídos de algún recóndito lugar en el país de Nunca Jamás. Ponentes que nos hablaron de seguridad digital, del movimiento “peace maker” o de cómo conseguir hacer realidad los sueños. Después de toda esta explosión de energía inspiradora regresamos a casa muy motivados los tres, aunque he de confesar que algo cansados 😉

Recuerdo el instante en el que regresábamos a casa después de disfrutar de una jornada muy completa. Aún puedo recordar a las niñas mirando por la ventana divagando entre sueños en la parte trasera del coche; mientras yo conducía tranquilamente por la M40 escudriñando y reflexionando sobre mis propios sueños. Las 4 torres a mi izquierda me acompañaron durante gran parte del trayecto, inamovibles, pretéritas, simbólicas e inspiradoras… El resto de coches me adelantaban como con prisa por llegar a alguna parte, pero yo seguía a mi ritmo, a una velocidad que me permitiese conducir y seguir soñando despierto al mismo tiempo; imaginando la combinación perfecta para lograr construir valores en un grupo, una tribu, una comunidad o una empresa; valores tan visibles e inspiradores como las 4 torres, tan visibles e inspiradores como los que aquellos niños nos enseñaron en el TEDx Kids durante todo el día.

La lentitud relativa, mis quimeras, las torres, o… ¡qué se yo!… Algo de todo aquello me llevó a reflexionar sobre lo vivido en el TEDxKids; a pensar sobre los motivos esenciales por los que se crea ese ambiente mágico en este tipo de eventos a los que he asistido en más de una ocasión. ¿Por qué se puede respirar esa maravillosa emoción colectiva entre personas que no se conocen prácticamente de nada? y esta pregunta me lleva a otra ¿Por qué muchas otras comunidades/grupos de personas con las que convivimos habitualmente, cuyos individuos se conocen entre sí, no alcanzan esos niveles de inspiración colectiva?

Después de volver sobre algunos libros ‘pata negra’ de mi biblioteca, como «El arte de cautivar» o «wikinomics» encontré esta conclusión de Guy Kawasaki sobre el proceso de internacionalización de valores. Kawasaki habla de tres etapas:

  • Conformidad: La gente se une a la causa por presión, coacción, artimañas o el deseo de pertenecer a un grupo. La conformidad no es la cautivación y no durará mucho sin la fuerza debida.
  • Identificación: Cuando las personas se identifican con los miembros del grupo, ven cosas en común e intereses compartidos. Nadie los obliga a conformarse.
  • Interiorización: Es el nivel superior. Significa que la gente ha pasado de identificarse a creer. Su creencia no choca con sus emociones, no hay ninguna coerción y no tratan de gustar a nadie. El movimiento TEDx está en esta etapa, muchas empresas o comunidades buscan llegar a este punto de madurez colectiva.

Para finalizar me gustaría decir que una cosa importante que entendí en este viaje de vuelta del país de «Nunca Jamás», y es que hay una palabra que va ligada a este tipo de eventos y que debería acompañarnos siempre… HONESTIDAD. ¿Conocéis alguna forma mejor de cambiar el mundo que creando relaciones, empresas, juguetes, medios de transporte… que representen este valor?

«Nuestras vidas mejoran sólo cuando tomamos decisiones, y el riesgo más difícil que podemos tomar es ser honestos con nosotros mismos.»

WALTER ANDERSON

Después de muchos años ejerciendo de la mejor forma posible, como programador, diseñador, padre, amigo, bombero, creativo, comercial, socio, gestor, consultor, líder de equipo, filósofo de andar por casa, asesor, escritor…

Después de toda esta emocionante trayectoria, tan rica en relaciones humanas, me he dado cuenta que la simplicidad ha sido uno de los pilares para resolver muchos de los retos a los que me he enfrentado. Pero lo más importante que he entendido es que la honestidad es la mejor forma para simplificar las cosas.